La solidaridad se siente. ¿Y se aprende?
¿Te consideras solidario? así como mucha gente se pregunta si un líder nace o se hace, nosotros nos preguntamos si la solidaridad puede ser un asunto genético o todo lo contrario. ¿Podemos aprender a ser solidarios?
Seguramente la imagen de un niño de tez blanca abrazando a un niño de color, te sea familiar en las redes. Como esta imagen, existen muchas otras, que definen a los prejuicios como características adquiridas con el tiempo y a través de nuestro entorno. Es por ello que podemos decir que la solidaridad se aprende y no exclusivamente la llevamos en nuestros genes.
Por ello, es sumamente importante inculcar desde pequeños habilidades y valores como la empatía, la cooperación y sentido de igualdad. Desde casa, también es importante aprender sobre la importancia de ayudar a otros, a no siempre esperar algo a cambio para colaborar con otras personas. Aprender a ser útiles en una sociedad que necesita personas que den lo mejor de sí mismas, es el compromiso que cada generación tiene con el presente y futuro.
Estos son algunos consejos que pueden ayudarte a desarrollar la solidaridad como modo de vida, no importa si eres joven o ya eres un adulto. Nunca es tarde para aprender:
1. Ten una intención legítima
Todo empieza con una intención. Tener un deseo real por hacer algo bueno es el primer paso. Algunas investigaciones sobre las buenas intenciones han demostrado que cuando las personas saben que otros están ayudando de corazón, sus experiencias son mucho mejores. Si actuamos con actitud cínica, la gente se dará cuenta que no lo hacemos legítimamente, lo que puede ocasionar que la ayuda que estás ofreciendo cause más daño que bien. Por eso, siempre asegúrate de no forzarte a hacer algo solo por querer parecer una persona amable y solidaria. La solidaridad se puede aprender pero no se puede forzar.
2. Ponte en el lugar del otro
Todos aprendemos a ver el mundo desde nuestros propios ojos, lo hacemos las 24 horas del día. Por lo que tratar de ver las cosas desde un punto diferente, puede convertirse en un gran desafío. Estos consejos te pueden servir de ayuda para recordarte la importancia de ponernos en los zapatos del otro:
- Recuerda que tu perspectiva sobre el mundo o una situación en particular no es la única
- Frente a una situación pregúntate, ¿Qué podría estar pensando o sintiendo él/ella frente a esta situación?
- Trata de imaginarte en los zapatos de otro, ¿cómo se ve el mundo desde sus ojos?
- Busca soluciones respetando las necesidades de cada persona involucrada.
3. Empieza con pequeños actos de bondad
Como casi todo, desarrollar un nuevo hábito o habilidad toma tiempo. Empieza de a poco, esta es una lista de actos de bondad simples con los que puedes empezar a entrenarte. Cuando ya hayas empezando a desarrollar tus habilidades solidarias, puedes continuar con un nivel más avanzado. Por ejemplo, donando a una organización benéfica de forma regular, a una persona con una necesidad en particular, u ofreciendo tu tiempo y conocimiento como voluntario a una causa noble.
Como ves, contribuir a crear un mundo mejor puede ser cuestión de unos pocos o de todos. Transforma tus intenciones en acciones que transformen nuestra sociedad. ¿List@ para empezar?
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Desde mi trabajo como voluntaria ayudo a personas que no tienen acceso al sistema de salud en Nueva York traduciendo de inglés a español y vice versa eventos de salud gratuitos y gestionando actividades de divulgación. A su vez, coordino los medios sociales de la organización a la que sirvo.