Un mundo mejor es posible. Lo sabemos. Vamos a construirlo juntos.
Ami Dar
Me llamo Ami Dar, soy el fundador de Idealist.org y quiero contarte una historia. La comparto contigo porque sospecho que en tu vida, quizás te has enfrentado a situaciones similares. Si es así, creo que juntos podemos cambiar el mundo comenzando hoy mismo.
Nací en Jerusalén pero me crié en Perú y México. Cuando tenía 15 años, mi familia se mudó de nuevo a Israel. A los 18, fui reclutado por el ejército israelí durante tres años para cumplir con el servicio militar obligatorio. Un año más tarde, mi unidad estaba ubicada en la frontera siria y mi trabajo consistía en pasar varias horas al día, solo, en una torre de vigilancia mirando a través de un telescopio más allá de la alambrada de espino y los campos de minas, tratando de detectar cualquier movimiento extraño al otro lado.
Recuerdo una tarde de un frío pero hermoso día de invierno. De repente tuve una idea que me hizo reir. Me reí porque la idea era tan infantil como real, como cuando los niños de repente descubren algo de lo que no eran conscientes.
Unos meses antes, mientras iba conociendo a los compañeros de mi unidad, me di cuenta que algunos de ellos me darían su último par de calcetines secos si alguna vez los necesitaba. Pero también había quienes me robarían los míos si no me andaba con cuidado.
Mientras este pensamiento me rondaba por la cabeza esa tarde, por el telescopio vi a un grupo de soldados sirios jugando un partido de fútbol al otro lado del valle que nos separaba. De repente, algo sobre la situación, ése momento de juego, los soldados corriendo como niños… me humanizó de una manera completamente nueva y diferente.
Cuando creces en una zona de conflicto o en una sociedad fragmentada, es natural que cada lado deshumanice al otro. Pero si ese filtro se rompe, nunca podrás volver atrás. Y en el momento en que su humanidad me golpeó, tuve un pensamiento loco que cambió mi vida.
¡Un momento, un momento!, pensé. Si en mi unidad y en todas las demás unidades que conozco, hay algunos compañeros a los que les confiaría mi vida y otros de los que preferiría no tener cerca, entonces ése debe ser también el caso en esa unidad. Y si eso es verdad, esta valla fronteriza no está sirviendo de nada. En lugar de que los sirios estén en un lado y los israelíes en el otro, ¿no tendría más sentido que los soldados “que comparten calcetines” se unieran?
Y ahí fue cuando me eché a reír. Me reí, pero esta idea se quedó conmigo y todavía me persigue. Desde entonces he aprendido que la vida es más complicada y que la línea entre lo bueno y lo malo, está dentro de cada uno de nosotros. Aún así, siento que en todo el mundo, detrás de cada etiqueta y estereotipo, hay personas que comparten ciertos valores básicos. No puedo dejar de pensar que si estas personas pudieran de alguna manera trabajar juntas, el mundo sería un lugar muy diferente.
¿Cuáles son estos valores? Tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen es un buen punto de partida. Pero podemos ir más allá. Por ejemplo, creo que en todos los países y culturas muchas personas estarían de acuerdo con la siguiente afirmación:
“Trabajando con otros, en un espíritu de generosidad y respeto mutuo, quiero ayudar a construir un mundo donde todas las personas puedan vivir libre y dignamente”.
Y es más, creo que la mayoría de estas personas estarían encantadas de trabajar juntas en el desafío más grande que todos compartimos: cerrar la brecha que existe entre nuestras buenas intenciones y las acciones que realmente llevamos a cabo.
Si estás conmigo, sabes lo que quiero decir. Cada día, a muchos de nosotros nos gustaría responder de alguna forma a lo que sucede a nuestro alrededor, pero por distintas razones no lo hacemos. Podemos sentir que no tenemos tiempo, ni recursos, ni poder, ni capacidad para generar impacto. Puede que no sepamos por dónde empezar, qué hacer o con quién trabajar. Podemos tener miedo al fracaso, al ridículo, a las reuniones, a perder nuestro tiempo, a deprimirnos…
Esta lista podría ser infinita, pero la cuestión es que el desafío, u oportunidad, es enorme. Piensa cuántas veces te has sentido de esta manera. Ahora multiplícalo por cada persona con este mismo sentimiento y estaremos hablando de millones de oportunidades perdidas de pasar a la acción y colaborar cada día.
En este punto, imagina un mundo diferente.
* Imagina si estas personas, las que comparten sus calcetines, los soñadores, las veinte personas que te llevarías contigo si tuvieras que pasar un par de años en una isla desierta, pudieran conectar fácilmente a pesar de todas las líneas que las dividen.
* Imagínate a ti, a mi y todo aquel que quisiera unirse, haciendo lo necesario para que sea más fácil transformar buenas intenciones en acción.
* Imagina poder usar todas las herramientas disponibles, desde aplicaciones móviles hasta una pizarra en el árbol de una aldea, para conectar necesidades, ideas y oportunidades con personas, organizaciones y recursos.
* Imagínate que leyendo las noticias tuvieses un botón que dijese: “Actúa” y que nos permitiera hacer algo con respecto a lo que acabamos de leer.
* Imagina que, además de un teléfono de emergencias, tuviéramos una línea directa para proyectos y sueños.
Imagina, en resumen, que juntos pudiéramos reducir la brecha entre lo que es y lo que podría ser, entre lo que nuestro corazón nos dice que es posible y la realidad que vemos a nuestro alrededor.
Podemos hacerlo, y podemos hacerlo ahora. Solo necesitamos comenzar.
Y par comenzar, imagina que una vez al mes, el 11/11, 12/12, 1/1, etc., organizásemos Idealist Days y que en estos días, fuese aceptado y más que aceptado, celebrar posibilidades y acciones, celebrar la libertad y la dignidad.
Una oportunidad mensual, no importa cuánto de pequeña o grande, para hacer nuestro rinconcito del mundo un lugar mejor. Imagina además que hiciésemos esto alrededor del mundo, dándonos a todos nosotros, al menos una vez al mes, el coraje y el "permiso social" de hacer o proponer hacer algo que de otra forma no haríamos.
Al mismo tiempo, para ver que esto pasa, para vernos y apoyarnos, donde quiera que estemos, imagina si la libertad y la dignidad tuviesen un logo. Un símbolo alegre que nos permitiera decir: "Estoy aquí y comparto tus valores más profundos. Si estás a favor de la libertad y la dignidad, yo estoy contigo".
Esto es todo. Es todo lo que necesitamos para comenzar: algunos valores compartidos, un símbolo que los represente y oportunidades mensuales para transformar estas intenciones en acción.
Si ponemos ponernos de acuerdo en estos tres elementos, y construir a partir de ahí, no hay límites para lo que podemos hacer juntos.
Si esta invitación te ha tocado de alguna forma especial, únete:
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¡Gracias!
Ami Dar
Ami is the founder and Executive Director of Idealist.org